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lunes, 9 de junio de 2014

LA MALA MEDICINA.



Realmente al buscar recuperar la salud nos encontramos ante una encrucijada, ¿Voy al medico o no voy?, ¿Porqué?....
Porque hoy mas que nunca nos damos cuenta que realmente hay cada vez mas padecimientos y menos curas para los mismos, haciendonos la pregunta de si verdaderamente vale la pena ir a ver al medico convencional o buscar otro tipo de alternativas para tratar de recuperar la salud perdida. 

La medicina alopática, convencional, institucional, o farmacológica ha decidido autodenominarse actualmente  como “medicina científica” en un  intento de retomar su prestigio perdido y así marcar distancia  con otro tipo de conceptos de salud y terapias que a su juicio, no han “demostrado” sus fundamentos. Pero, ¿qué cura realmente la medicina científica?. Pues la verdad es que muy pocas cosas. La mayor parte de lo que ofrece (a excepción de la cirugía), son fármacos que mejoran los síntomas.

El ciudadano promedio desconoce muchos de los factores que afectan al modo en que se ejerce el control sobre su salud y su seguridad por parte de los políticos, gobierno, las autoridades internacionales y los grupos de poder organizados que influyen en los anteriores. Control que en ocasiones se hace de forma solapada y secretista pero en otras de forma tan abierta como arbitraria y antidemocrática. A pesar de lo cual, consciente de ello, en un impresionante alarde de valentía, miles de profesionales de la salud alternativa y disciplinas afines así como profesionales de la medicina conve3ncional pero simpatizantes y defensores de los tratamientos naturales desafían hoy el actual autoritarismo reinante abriendo, las puertas de sus centros, consultas y clínicas a otras terapias, jugandose con ello el pellejo sabiendo de que pueden ser sometidos por ello a persecución, demandas, sanciones económicas  y ser objeto de denuncias y juicios donde el poder judicial será utilizado como arma usando contra ellos todo tipo de artimañas jurídicas en pos de su total desprestigio.
Y ello con la confabulación de unos políticos incompetentes, muchas veces ignorantes de como se les utiliza pero ciertamente, de un modo u otro "casados" con los amos de la industria que domina el mundo, de la salud, de la sanidad y la medicina. Gente que se sirve de todo tipo de ingenierías societarias, financieras y jurídicas para instalar su poder en el interior de las instituciones publicas con el único fin de asentar su monopolista modus operandi y que, al tiempo, les permita actuar sin competencia alguna en el gran mercado en que se ha convertido la salud y la enfermedad.

Por ejemplo, mediante complejas actividades que incluyen la cooperación de medios de comunicación social sensacionalistas ávidos de escándalos para vender morbo, la colaboración de pacientes-trampa dispuestos a formular denuncias de todo tipo valiéndose de falsedades, engaños, y mentiras y a los que se prometen importantes gratificaciones, colegios médicos controlados y dispuestos a expedientar, suspender y expulsar a los médicos discordantes o indeseables para el grupo o sus intereses,recomendaciones a los miembros del clan para que boicoteen publicitariamente a los medios de comunicación independientes que no se sometan a sus deseos,  administraciones publicas dispuestas e expedientar y sancionar a los profesionales en discordia y clausurar sus consultas, centros o cualquier tipo de establecimiento... y todo ello con la complicidad de miembros corruptos de un establecimiento jurídico que a veces juzgan a la ligera condenando sin prueba alguna a los profesionales disidentes de la verdad oficial mancillando así su reputación, honradez, y su valía al igual que su imagen publica. Por ejemplo, mediante acusaciones de "intrusismo", ejercicio ilegal de la medicina, estafa. Todo vale con  tal de lograr el fin deseado: la supresión de toda alternativa a la medicina alópata y farmacológica. 
Algo que también se obtiene con el secuestro de toda información relevante que pueda abrir los ojos al ciudadano cortándole así su capacidad de elegir.
Lo cual permite de paso idiotizar a la sociedad civil y contentarla con un sistema público de salud que hoy es bastante más que deficiente.

Y quiero recalcar que hablo de profesionales de la salud, sin contar de antemano a las personas que si hacen un ejercicio inadecuado y apócrifo de la medicina ostentandose como profesionales de la salud cuando de verdaderamente no son más que charlatanes.

Un ejemplo de la contradicción existente en la practica de la medicina moderna y en los sistemas sanitarios establecidos, en lo que respecta a las medicinas alternativas, es que se ataca sisitemáticamente cualquier opción que difiera de lo que ellos han aceptado como válido dentro de sus propias convenciones, tantas veces admitidas por consenso a sabiendas de que no serían aceptables por simple sentido común ni resistirían un mínimo contraste analítico. A pesar de lo cual, atacan las opciones terapéuticas distintas sin comprobar siquiera si funcionan o no. Al mismo tiempo, se intenta pasar absurdamente todo por el filtro de los estudios clínicos controlados de "doble ciego", rechazando de plano todo lo que se ha contemplado previamente a la implantación de éste método. Y lo curioso es que muchas de las técnicas terapéuticas que se utilizan medicina convencional jamás han pasado por esos mismos filtros.
A pesar de no ser técnicas definitivas sino remedios paliativos en un gran número de casos y que, de modo irremediable, condenan al paciente a la dependencia de fármacos y cuidados posteriores para mantener sus condciones de vida. Sólo se ensalzan sus bondades y se presentan ante la opinión publica como grandes logros y proezas de ese grupo privilegiado de modernos héroes que pretenden ser los miembros de la clase medica en general. Es decir se practican sin más a pesar de ser puramente experimentales y no se ponen objeciones en su realización ni se criminaliza a los cirujanos que las practican. Es evidente que hay dos raceros para medir: uno para la medicina convencional y otro para los demás.

Los dirigentes de la medicina convencional han atacado, calumniado e insultado, de manera sintomática cualquier innovación o idea original que proveniera de cualquiera de las fuentes de conocimiento de las medicinas alternativas, por el simple hecho de que no se reconoce a sus practicantes, como "legítimos médicos". Y sin embargo, pretende conferir a los médicos alópatas, capacidad para operar en el campo de las medicinas alternativas a pesar de que su formación en este ámbito sea escasa o nula. Por esa misma razón, la medicina alopática es responsable de no ser capaz de obviar y erradicar de sus practicantes y docentes es obtuso prejuicio contra las medicinas alternativas a las que califica de prácticas carentes de ortodoxia, de método. Ello cuando no son acusadas simplemente de estafa e ilusionismo y sus practicantes tratados como delincuentes.


Para quienes somos observadores de este importante fenómeno de disgregación científico médica, y de bipolaridad en los últimos tiempos, lo anteriormente descrito tiene sin embargo una lectura diferente de la que se nos ha querido transmitir. Significa, sencillamente, QUE EN LA MEDICINA MODERNA EXISTE UNA PROFUNDA CRISIS.
El publico empieza a reconocer la importancia de la visión global y de conjunto de los pacientes como seres humanos y no como un conjunto de síntomas indiferenciados o de órganos enfermos de manera compartimentada y sin conexión. Se empieza a reconocer incluso el valor de la interculturalidad a la hora de abordar la problemática de pacientes concretos entendiendo que el diagnostico y tratamiento de las enfermedades debe discurrir por vías de múltiples direcciones y sentidos y no de un modo univoco y lineal hacia ninguna parte. Lo que fue considerado en su día como una frívola visión y acercamiento a los enfermos se ha tornado hoy en el mayor repertorio de claves para la comprensión, tratamiento y prevención de las enfermedades y de los daños sobre la especie humana causados por las mismas.
El paciente se siente desarraigado cuando tiene que enfrentarse a pecho descubierto con el sistema medico sanitario y su enorme complejidad, factor éste que ni siquiera es bien comprendido por quienes lo administran. El temor, la incertidumbre y el desamparo se adueñan de todo aquel que cruza la puerta de una consulta o un hospital en mayor o menor medida.
No obstante, la medicina moderna ha logrado  niveles de excelencia en el manejo de algunas de las condiciones de salud que afectan al ser humano tales como las emergencias, ciertas infecciones bacterianas, los traumatismos y muchas complejas y actuaciones medico-quirúrgicas que a diario se realizan en centros hospitalarios de todo el mundo. Pero, al mismo tiempo, ha demostrado haber fallado de un modo mísero en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad así como en el control y manejo de la cascada de enfermedades nuevas y crónicas que llenan las consultas de médicos y hospitales.
Sucede además que la sanidad, la medicina y los cuidados médicos caminan en regresión respecto al nivel exigible y a la calidad de los servicios que ofertan, al tiempo que pareciera que cuanto más pagamos menos prestaciones se nos ofrecen. Mientras la sanidad oficial, se precipita por una descendente de gastos y presupuestos sin orden ni control, y por lo tanto, insostenible.

¿Cual es la actitud de nuestras autoridades de salud?. ¡Que importa que diariamente se vean frente a frente con todo tipo de pacientes con los que la medicina tan sólo ha aportado un superficial tratamiento de la sintomatología, independientemente de la causa ligada al enfermo!. Los antibióticos, en otros tiempos la panacea de la curación y el control de las infecciones, ven desvanecerse su aura de omnipotencia frente a bacterias cada vez más resistentes y agresivas, al tiempo que sus efectos secundarios se multiplican y nuevas infecciones para las que no existen terapia siguen emergiendo. Enfermedades como el SIDA o la fatiga crónica y sus síndromes deberían de ser toda un lección de humildad para la medicina oficial que ni siquiera se digna en reconocer su precariedad de conocimientos y terapias aplicables a las mismas. Y todo esto en un gran mar de síntomas, síndromes y "enfermedades" para los que sólo existe una solución sintomática, y por tanto parcial, que en ocasiones tan sólo retarda la aparición de síntomas mayores y mas severos del proceso pero que, desgraciadamente, en muchos otros casos modifica el curso de la enfermedad llevándola a parajes desconocidos y sumando factores a la gravedad de las dolencias como la iatrogénia ( daños derivados del uso de medicamentos y técnicas que pretendían curar), hasta el punto de transformar en irreconocibles trastornos menos complejos, difíciles de distinguir, definir, diagnosticar y clasificar, empeorando esta situación a cada paso.

Actualmente hay legiones de personas que sufren afecciones de todo tipo. Desde la perdida progresiva y gradual de la energía hasta la fatiga excesiva, desde problemas digestivos hasta respiratorios. Tanto adultos como niños sufren alergias, reacciones de hipersensibilidad, cambios de humor frecuentes, jaquecas, migrañas dolores musculares y óseos, ansiedad...Millones de seres humanos integran un gigantesco grupo que algunos han dado en denominar "los enfermos verticales", personas que no se encuentran tan enfermos como para estar postrados en cama y que, no estando bien, incluso se consideran "sanas" por el hecho de que muchos de los que conocen y rodean se encuentran en un estado peor tan poco saludable como el suyo.
Son los típicos pacientes que siempre se están medicando en un constante flujo e intercambio de fármacos de la más variada naturaleza y diversidad: antidepresivos, antiinflamatorios, tranquilizantes, analgésicos, y demás farmacoquimicos que acabaran sumando dolencias a las que ya presentan.



Muchos médicos ya se han percatado de que algo está fallando en los planteamientos de la medicina que practican cuando sus pacientes presentan desórdenes del sistema inmunitario, y por tanto, manifestaciones en forma de dolencias que para un sistema inmune intacto no representan problema alguno. El resultado de estas prácticas aberrantes es una dependencia constante del tratamiento en del médico que monitoriza  los resultados y ajusta y reajusta las dosis, cambia prescripciones y se deshace en intentar dar con la clave para el remedio mientras los pacientes se hacen adictos consumidores de medicamentos y servicios en un desesperado intento de recuperar una salud que, desgraciadamente, se encuentra hipotecada en ese círculo vicioso del que es complicado y tantas veces arriesgado salir.
Así se explica que encontremos pacientes que creen que mediante el tratamiento de su sintomatología están haciendo algo por la curación o el tratamiento de su enfermedad.  Está claro que nadie sostiene que el tratamiento de los síntomas que las patologías humanas producen sea algo equivocado. Por supuesto que el control de los síntomas es importante para aumentar la calidad de vida de los pacientes, algo que legítima y honra como propósito a las ciencias médicas;  pero es erróneo pensar que mediante el tratamiento de los síntomas estamos actuando sobre la enfermedad en sí misma, y por tanto, creamos que estamos acercándonos a la solución de los problemas intentando sólo minimizar los daños que estos causan.

El origen del problema; a  mediados del siglo XIX cuando se comenzaron a descubrir los microbios causantes de enfermedades se desató toda una revolucionaria corriente de pensamiento y acción científico médica que rivalizó fuertemente con las existentes teorías sobre la salud y la enfermedad y como estos fenómenos eran comprendidos y explicados. 
La victoria de la teoría,  de la entrada invasión de gérmenes patógenos en los tejidos como agentes causales, significaría el nacimiento de una nueva medicina con énfasis en la causa infecciosa de las enfermedades en oposición al equilibrio armónico de las fuerzas vitales interactuantes. Ello propiciaría una potenciación de la medicina como ciencia en constante expansión para el estudio de las enfermedades y su tratamiento a lo cual siguió una rápida sucesión de descubrimientos como el microscopio, los cultivos bacterianos, las vacunas, lo rayos X y el descubrimiento en los años 30 de la penicilina y las sulfamidas evolucionando el tratamiento que las infecciones por bacterias. Y desde ahí hasta los planteamientos contemporáneos y actuales donde existe una relación directamente proporcional entre evolución de la medicina como técnica, ciencia e investigación y la pérdida de la visión de conjunto necesaria para saber que el principal punto de partida en lo referente a la conservación y restauración de la salud debería de ser el correcto y equilibrado funcionamiento de los mecanismos de balance homeostatico del organismo y sus componentes más íntimos: las células. Algo, que desgraciadamente, es tenido de poco valor por todos esos miles de médicos, científicos, clínicos e investigadores empeñados en encontrar una molécula que de verdad les muestre el primer paso, la piedra angular de la medicina en su máxima expresión, el secreto para encontrar el eslabon perdido en el que la medicina, tal y como está concebida en la sociedad moderna, cure por fin alguna de las enfermedades que asolan como verdaderas plagas a la raza humana.


Si la salud es mucho más que la ausencia de enfermedad conviene recordar entonces que el armónico funcionamiento de nuestros sistemas  y funciones ha de  mantenerse en armonía también con nuestro entorno. En ese estado nuestros sistemas defensivos y los mecanismos inmunitarios de que disponemos pueden combatir y manejar  manejar todos y cada uno de los peligros y amenazas que presenta la vida cualesquiera que sean sus agentes causales. Conviene  recordar que la salud positiva se fundamenta sobre conocimiento integrado de los factores que componen el ser humano holístico. Estructura, función y el gran misterio de la mente, los sentimientos y las emociones que nos gobiernan e interactúan constantemente con los demás factores conformando algo tan único y maravilloso como irrepetible: el ser humano. Algo tan personal e intransferible como cada persona, con sus rasgos diferenciadores pero constituyente de ese gran conjunto evolutivo que es la especie humana.
Si he de contestar a la pregunta original inspiradora de este articulo se me antojan grandes silencios como respuesta. Silencios que permitan espacios de irreflexión para que se abandonen posturas inmovilistas  y se replanteen interrogantes vitales para la supervivencia del ser humano en un estado de verdadera y autentica salud y bienestar. Espacios donde las ciencias sanitarias se encuentren para fundirse en un manantial de conocimiento que aporte, originalidad,calidad, frescor y pureza  a quienes deseen beber de él  con la seguridad de que cada cual encontrará lo que busca: respuesta a sus necesidades. Y de un modo particular y persona quedará saciado y satisfecho como en una fuente en la que cada cual bebe según la sed que siente.
Para unos, un sueño improbable; para otros, el único futuro posible.

Desafortunadamente, encontramos dentro de la medicina natural (holistica) y sin numero de terapias y pseudotratamientos de difícil comprobación en cuanto s sus efectos se refiere, como también es amplio el numero de personas que se dedican a ello sin el conocimiento suficiente del cuerpo humano y sus funciones provocando un medio muy ligado a la charlatanería. La regulación de estas terapias y tratamientos deberá ser regulada para evitar estos conflictos. Por otra parte la medicina actual engargola una bandera de no curar la enfermedad sino mantenerla, lo que lleva a los pacientes al no encontrar solución a sus problemas de salud en un via crucis que va de medico en medico, de laboratorio en laboratorio, de especialista en especialista, de medicina en medicina; sin lograr encontrar el alivio que a sus enfermedades y males necesita. Este es el gran negocio de la medicina actual "mantener la enfermedad no curarla"

  




  

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