¿Qué son los "Cinco Venenos Blancos"?
Para llevar una dieta sana y equilibrada se recomienda un consumo variado de alimentos y compensado en los nutrientes y en las cantidades consumidas. Entre los muchos alimentos que consumimos se encuentran algunos que pueden resultarnos perjudiciales. Últimamente se habla mucho de un grupo de ellos a los que se conoce por el preocupante nombre de los “cinco venenos blancos”. Lo de blancos es porque los cinco comparten ese color y lo de venenos porque el consumo frecuente o en cantidades elevadas puede ocasionar problemas de salud.
Veamos cuales son esos productos y qué hay de cierto en llamarles así.
La harina. Nos referimos concretamente la harina refinada, es decir, a los cereales molidos a los que han quitado su cáscara (o salvado), que es donde están la mayor parte de minerales, vitaminas y fibra que contiene el grano. Esta harina se emplea en la elaboración de muchos alimentos elaborados industrialmente ya que sirve para “completar” esos productos con un aditivo de bajo precio. En todo caso, no hay que olvidar que las harinas de trigo, cebada y centeno, sean buenas o malas, son ricas en hidratos de carbono y en gluten con los cual pueden empeorar enfermedades como la diabetes y la celiaquía. Las comidas rápidas (pizzas, hamburguesas, etc.) llevan un alto porcentaje de harina refinada, pero también otros muchos alimentos en cuya etiqueta de composición si aparece este componente, como por ejemplo en los embutidos “industriales”. La harina integral, esto es, con cáscara, aporta al menos los minerales, vitaminas y fibra que le faltan a la refinada.
El azúcar refinado. El azúcar que más se consume en Europa es el de tipo blanquilla, que se obtiene como derivado de la pulpa de la remolacha azucarera. Para obtener este producto es necesario someterlo a una serie de procesos químicos como el blanqueado con agentes alcalinos, cosa que no ocurre con el azúcar de caña (o azúcar moreno) o la miel. Estos son más aconsejables que el azúcar blanquilla, aunque lo mejor sería acostumbrarse al sabor natural de los alimentos. El azúcar contenido en los alimentos como la fruta es mucho más saludable y es más que suficiente para aportar los sacáridos necesarios para el día. En cuanto a los edulcorantes artificiales que vemos en las etiquetas de los productos, son más de lo mismo: unos y otros aumentan innecesariamente el contenido energético de los alimentos y contribuyen al desarrollo de diabetes y obesidad… y también a la caries dental.
La sal refinada. Este es otro producto muy utilizado en la elaboración de alimentos, en especial la comida precocinada y la comida rápida, ya que es un conservante natural muy barato. Las sales que se utilizan en estos procesos industriales y la mayor parte de la sal de mesa no son ni mucho menos las mejores, dado que se les quitan muchos otros minerales que sí tiene la sal marina o la de montaña. Aunque el sodio de la sal es necesario para el organismo, en la actualidad consumimos mucha más sal de la necesaria, lo cual contribuye a la aparición de hipertensión, retención de líquidos, etc.
La leche. Según nos vamos haciendo más mayores nuestra intolerancia a la lactosa (el azúcar de la leche) va siendo cada vez mayor. La lactasa, que es la enzima que digiere la leche, va desapareciendo del intestino una vez pasada la infancia y por lo tanto es más probable que la leche produzca molestias intestinales de diverso tipo. De hecho, cada vez hay más personas jóvenes con intolerancia a la lactosa que no pueden tomar nada de leche. También, al ser rica en proteínas, la leche es causa problemas de alergia y asma, principalmente en niños.
El arroz refinado. Ocurre lo mismo que con los otros los productos refinados: se pierden nutrientes importantes como los minerales y vitaminas y aparecen productos extraños derivados del proceso de refinado. Por otra parte, el arroz es un alimento rico en hidratos de carbono y, por tanto, muy calórico.
Como vemos, los cinco son alimentos muy habituales en nuestra dieta que consumimos diariamente. Seguramente sea una exageración llamarlos “venenos” pero ciertamente plantean un problema tanto por los procesos de elaboración a los que se les someten como por el consumo excesivo que se hace de ellos.
También es completamente cierto que ninguno de los cinco son alimentos imprescindibles: las verduras, las hortalizas, las frutas, las legumbres, el pescado, … nos aportan vitaminas, minerales, fibra, hidratos de carbono, proteínas y grasas seguramente de una forma más natural y equilibrada.
Conviene leer las etiquetas de los alimentos que ingerimos y hacer una selección de los productos para no consumir una cantidad excesiva de los “cinco venenos blancos”.
FUENTE: http://revistas.crfptic.es
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